Sarai dormía tranquilamente a mi lado, después de una sesión de sexo repleta de fluidos y rasguños, al igual que moretones que el día de mañana trataría de cubrir con capas y capas de maquillaje para que sus compañeros de trabajo no se burlaran de ella.

Sarai concilio el sueño inmediatamente pero yo no pude hacerlo, algo que es raro ya que el primero en caer dormido soy yo, sobre todo después de coger; retire gentilmente mi brazo de su cabeza y fui al baño, ya no podía aguantar las ganas de orinar y necesitaba tomar un poco de agua.

Al regresar a la cama me golpee el dedo gordo del pie izquierdo con la pata de la cama (es por esto que prefiero el colchón en el suelo), recurrir a toda mi voluntad para no gritar y mentar madres en voz alta, eso asustaría a Sarai.

Sufrí en silencio.

Al subir a la cama una vez más (y después de haber derramado una que otra lágrima) aplique toda mis habilidades de felino para asegurarme de no mover el colchón bruscamente, después de todo no era para nada nuevo.

Al estar en el colchón me quedé mirándola fijamente, pude notar el ritmo de su respiración, sus pechos desnudos subiendo y bajando, tomando una y otra forma al compás de su respiración.

Fue ahí cuando lo sentí, una extraña e inquietante voz en mi cabeza y unas ganas cosquilleando en mis manos y dedos.

Tomar una almohada de la cama y ponerla sobre la cara de Sarai, montarme en su estomago y poner todo mi peso sobre ella, presionar la almohada sobre su cara y no soltarla nunca.

Una verdadera guerra de almohadas, donde solo uno puede sobrevivir y claramente yo no sería el perdedor.

Sería tan fácil hacerlo, Sarai dormía profundamente e incluso si despertara en este momento, ella no tiene la fuerza necesaria para evitarlo, sus pequeños y flacuchos brazos no me detendrían.

Tome una de las almohadas de la cama, una color rosa y con un estampado especial que Sarai encargó a alguna de sus amigas.
Un pequeño peluche de caricatura, de esas que tanto le gustan.

Lo coloque entre mis piernas y la mire fijamente, una vez más su belleza me cautivaba, un crimen perfecto, conservar su belleza en el mejor momento de su vida, cuando su rostro y su cuerpo irradia juventud.

-El crimen perfecto.

Las palabras en voz alta produjeron un eco por toda la habitación.

Sarai abrió los ojos lentamente y me pregunto si dije algo.

Le dije que la amaba y que lamentaba haberla despertado.

Sonrió y volvió a cerrar sus ojos...



Por alguna extraña razón Marcia pensaba que me importaba el color de las cortinas nuevas, el acompañarla a comprar tela nueva para que hiciera un nuevo par era una cosa, pero el que tratara de incluirme en el proceso creativo era otra.


Ni siquiera puedo distinguir el azul del morado y Marcia me pide que escoja un color.


El tipo de tela que utilizará para las cortinas tampoco era de mi total interés, creo que el único requisito para unas buenas cortinas era que taparan el sol y que de vez en cuando te permitieran coger sin ser visto por los vecinos (aunque el sonido y los gritos eran un asunto diferente)


¿Pero qué podía hacer?


Marcia esperaba una respuesta y se que no aceptaría un “las que quieras” por respuesta, eso la pondría de muy mal humor; eso terminaría por joderme el día a mi también.


Fui tocando todas las telas a mi alcance y puse una cara pensativa, eso me daría un poco de tiempo para ver alguna tela que se ajustara con los gustos de Marcia, por que siendo sincero, el hecho de que me preguntara era solo para ver si podía escoger una tela que a ella le gustara, no tanto por que a mi me pareciera buena.


Después de dos minutos de vagar por toda la tienda y toquetear todas las telas posibles me decidí por una tela de terciopelo rojo, me recordó mi época de gótico, cuando vestía gabardinas de terciopelo y un kilo de maquillaje blanco en la cara.


Marcia me miró unos segundos a los ojos y para mi sorpresa solo dijo:


¡PERFECTAS!

Termino comprando 10 metros de esa tela y salimos de la tienda, pasamos a comer un poco de pasta francesa, no mi favorita, pero nuestro restaurante preferido estaba cerrado, espero que no permanentemente.


Al llegar a casa recordé porque habíamos salido a comprar tela para nuevas cortinas, habíamos roto las que teníamos en la habitación la última vez que tuvimos sexo; no me pregunten cómo demonios lo logramos, el punto es que lo hicimos.


Deje a Marcia trabajando en las nuevas cortinas y salí a tomar una cerveza, tenía ganas de un cigarro pero le prometí a Marcia que lo dejaría, así que mejor lo cambie por una segunda cerveza y una bolsita de frituras.


Volví al interior de la casa y Marcia tenía preparada la tela, los cortes a la medida exacta y todo su material en la mesa; yo tenía la computadora prendida frente a mí pero decidí ignorarla y ver a Marcia trabajar.


Era toda una artista con las agujas y el hilo, después de todo ella misma hizo su vestido de novia.


Estaba tan concentrada en su tarea que ni el sonido de las frituras en mi boca la distraía, cortaba la tela y colocaba alfileres con suma destreza; me levante y camine hacia ella,le di un beso en la nuca y la deje seguir trabajando.


Decidí tomar una siesta y esperar lo mejor.


Esperemos que termine las cortinas esta noche, de lo contrario los vecinos tendrán un gran show que observar.





Si son de las personas que no pueden estar un momento en silencio y necesitan de música de fondo para todas sus actividades, entonces tal vez ya conozcan a dos de los mejores proveedores de streaming musical que existen en el mercado, Spotify y Google Music.

Ambos tienen sus altas y bajas, pero lo que es mejor en ambos servicios es que puedes acceder a ellos desde básicamente cualquier dispositivo conectado a Internet sin ningún problema.

Si ya conocen ambos servicios pero no saben cuál de los dos sea mejor o por cual gastar sus morlacos, les daré una pequeña guía para que puedan decidir por uno o por otro.

Comparemos.

El servicio.


Ambas plataformas ofrecen una modalidad de paga, la cual te permite escuchar todo el catálogo sin restricciones e incluso descargar tus canciones favoritas para cuando no tengas señal de Internet, en el caso de Spotify, el servicio de paga te permite escuchar libre de comerciales y sin pausas, en cuanto a Google, el servicio requiere el pago forzoso para utilizarse ya que no cuenta con servicio gratuito.

Es claro a qué servicio recurrir si lo que deseas es escuchar música gratis, Spotify te lo ofrece a cambio de escuchar cada cierto tiempo anuncios de alguna compañía o del mismo Spotify, el único problema con recurrir al servicio gratuito de Spotify es que si lo usas desde un celular, no podrás elegir las canciones que gustes, tendrás que escuchar solo en modo aleatorio.




Pagos y cuentas.


Ambos servicios ofrecen pago por tarjeta de crédito, y ambos permiten comprar tarjetas de prepago o regalo que permiten pagar sin la necesidad de dar tus datos de tarjeta, si no tienes para pagar por el servicio te puedes ir por la versión gratuita de Spotify.

Algo que Google Music no tiene (al momento de escribir esto y según mis fuentes) es un plan familiar, una forma de pagar por varias cuentas con una misma tarjeta y con un poco de descuento, Spotify cuenta con esta opción y es una muy buena forma de tener el servicio premium, juntarte con algunos amigos o familiares y obtener los beneficios.

El precio de ambos es básicamente el mismo, 99 pesos al mes.

La música


Ambas plataformas cuentan con un catálogo bastante extenso, dependiendo de tus gustos musicales puedes encontrar todo lo que se te apetezca, siempre y cuando no sea alguna de esas estrellas pop como Adele y Taylor Swift que creen que su música vale lo que el oro.

Podrás encontrar bandas casi desconocidas y de los lugares más recónditos del mundo, aunque debo decir que ambas plataformas se encuentran muy limitadas en cuanto al catálogo asiático de música se refiere.

El catálogo en ambas plataformas dejará más que satisfecho a todos los que contraten sus servicios.
algo de lo que Google Music toma ventaja a Spotify es que al estar ligada a la Google Store, obtienes descuentos al momento de comprar algún álbum o canción de tu preferencia, mismo que puedes descargar desde la App o desde tu computadora.

Spotify no puede hacer lo mismo, ya que con Spotify solo estás rentando la música y no puedes comprarla como tal.

La interfaz


Dependiendo de en qué dispositivo te encuentres utilizando qué plataforma, la interfaz gráfica puede tener algunas variantes, pero no tan grandes que las hagan totalmente diferentes.

Google Music tiene una aplicación e interfaz un poco más amigable y bonita a la vista, incorporando colores llamativos y iconos simplistas; por el contrario la interfaz de Spotify es un más conservadora, con un color oscuro y recatado.

La radio


Ambas plataformas cuentan con un sistema de recomendación de música basado en tus gustos musicales, comúnmente llamado radio o estaciones de radio, las cuales puedes “personalizar” para dejar fuera artistas o canciones que no son de tu agrado y obtener otros que sí.

En esta categoría sólo existe un ganador.

Google Music ofrece el mejor servicio de radio en contra de Spotify, la radio de Spotify y la música que recomienda es un total desastre, ya que no importa cuantas veces le des "dislike" a algún artista o canción en especial, en 3 o 4 canciones siguientes dicho artista volverá a aparecer en las recomendaciones de la radio, una y otra ves alguna canción que no es de tu agrado aparecerá, incluso canciones que no tienen que ver con la estación de radio saldrán de vez en cuando.

En este aspecto la mejor radio la tiene Google Music sin duda alguna.

El veredicto final es…


Si tienes que gastar tu dinero en una de las dos plataformas, definitivamente gastarlo en Spotify, a no ser que tengas una dotación de tarjetas de prepago de Google Play o algún otra ventaja de pago en Google Store, escoge Spotify.

Esto no es comercial.